sábado, 19 de junio de 2010

SARAMAGO


Cuenta José Saramago, que el día que conoció a la que sería su mujer detuvo todos los relojes de su casa: había llegado a su meta. Anoche, cuando supe la muerte de Saramago, se me paró un reloj, el de la lucidez . Hacía un mes que había leído con fruición, como siempre me pasa con Saramago, su Caín. Anoche me abalancé sobre el libro y me puse a releerlo desordenadamente, sin criterio, en voz alta, como un kyrie, como una plegaria atea, como a él le habría gustado, como a mí me gustaría. Campesino poeta, como Miguel Hernández, comunista poeta, como Neruda, mago de las palabras, como Cortázar, como Gabo. Con Saramago aprendí pintura y caligrafía, esa caligrafía casi coránica de su escritura; con Saramago, y en Nombre de Dios, entendí el Evangelio; con Saramago me angustié en una deriva de piedra y viendo la ceguera del mundo y me consolé con su lucidez; con Saramago conocí a Ricardo Reis y a Don José; con él reconocí las pequeñas memorias de la infancia y salí de la caverna; con Saramago, por fin, entendí a Caín. Saramago ya no nos podrá regalar la última novela que estaba escribiendo. Pero nos deja todas sus mayúsculas y sus comas disparatadas, su ironía sin fin, su cariño por las palabras de la tierra, del campo, esas palabras que nos traen recuerdos de pan y de aceite. Pero también nos deja su ira, su compromiso, su racionalidad. Voy a hacer caso a Yajaira: voy a aprender portugués para leer a Saramago en su idioma, así sentiré una nueva emoción. Hace unos días, el Papa visitó Portugal e invitó a todos sus intelectuales a reunirse con él. Sólo Saramago no acudió: “no tenemos nada que decirnos”, explicó a los periodistas. Lo mismo me habría pasado a mí, pero, sin embargo, cuántas cosas nos podríamos haber dicho él y yo en su casa de Lanzarote, qué lástima que no tuve esa oportunidad, José. Hoy L’Osservatore Romano le dedica un ataque furibundo, ataque que le honra, pues ni Saramago hubiese esperado otra cosa, ni el Vaticano podría dejar de ser lo que es. Para contrarrestar esa hiel, dedico esta miel a Saramago desde lo más sincero de mi dolor, mi admiración y mi respeto. Además, como este blog es más leído que L’Osservatore Romano, que les zurzan.

sábado, 12 de junio de 2010

LA PATRIA ES COJONUDA



El histrión soez y esquizoide que dispone a su antojo de la vida y hacienda de los venezolanos, acaba de parir otra perla para dar más brillo a su biografía y enriquecer su herencia ideológica. Como un Zeus tonante, el corifeo ha espetado a su grey: “¡Hay que sentir la patria en los cojones!” Al parecer, leyó la frase de Bolívar de que hay que sentir la Patria en las entrañas y decidió hacer las entrañas extensivas, o piensa que los cojones forman parte de las entrañas. Algunos románticos, y Bolívar es un producto del Romanticismo, llenaron sus proclamas de Patria, recuperándola de Roma y en cierto sentido oponiéndola, o anteponiéndola, según las conveniencias, a la Nación revolucionaria. Los que nos hemos criado a la sombra del árbol del Internacionalismo, no podemos por menos que experimentar un cierto escozor cuando oímos blandir la Patria como un arma de doble filo: uno para defenderse y el otro para asesinar. Stalin hizo un llamamiento a defender la Patria, que fue secundado por la Iglesia Ortodoxa, para enfrentar la invasión alemana; todos los dictadores modernos han usado la Patria para asesinar, física o moralmente, a sus enemigos, los enemigos de la Patria. De ahí ese inconfundible tufillo fascistoide que emana ineluctablemente de la Patria. El asignar automáticamente en español el género femenino a las palabras terminadas en “a”, ha creado ese curioso oximorón de “la Madre Patria”, por lo que al final no se sabe si la Patria es una familia uniparental u homosexual. Los alemanes, tan lógicos ellos, no podrían nunca feminizar el vaterland, como tampoco lo hacen con la Muerte. Pero dicho esto, ¿cómo se puede sentir y tener la Patria en los cojones? ¿Por dentro o por fuera? ¿Disfrazada de espermatozoide? ¿Preñaremos por amor a la Patria? ¿O será la misma Patria la preñadora? ¿Será la patria un polvo... de talco, claro? ¿O adoptará la sutil forma de una vaselina suavizante? ¿O de una mano amiga? Cuando uno se sienta inflamado de ardor patriótico, ¿será legítimo afirmar que tiene una cojonera? ¿O será una orquitis de patria y muy señor mío? Después de un mitin electoral del Bolívar resurrecto, inflamando de ardor patrio a sus huestes, ¿habrá que calmarlos rociándolos con agua fría, o deberán usar otro procedimiento igual de tradicional, pero más placentero? Viendo la fotografía del cuadro que ilustra este blog, y sabiendo lo que es cabalgar a pelo, no puede uno menos que pensar que el pobre hombre debe tener las patrias en carne viva. Simón Rodríguez, una de las tres ramas en las que se columpia el susodicho, dijo: “...no hai cosa más patriota que un tonto.” ¿Será un tonto de los cojones?

viernes, 7 de mayo de 2010

HU EVÓN


O Hu? Evón. Según el Diccionario de la Academia Mayor de la Lengua Quéchua (Qheswa Simi Hamut’ana Kurak Suntur), la palabra Hu, tanto en quéchua como en aymara significa ¿Por qué? ¿Qué tienes?. Como en castellano Evón es claramente uno de los posibles aumentativos de Evo, el juego de palabras del título nos daría un híbrido con el significado aproximado de ¿Pero qué te pasa pedazo de Evo? Sin dejar la línea sexual temática que me he marcado para esta temporada de primavera-verano, hablaremos de Evo. Cuando Evo apareció en escena, me resultó un personajillo simpático, le gustaba la coca, el fútbol y hacer el indio, (Diccionario fraseológico documentado del español actual, Manuel Seco et al. Aguilar, Madrid, 2004: Hacer el indio- v. col. hacer el tonto) aficiones estas que muchos hemos compartido en algún momento de nuestra juventud. Cuando le oí hablar por primera vez, pensé que el pobre hacia un gran esfuerzo para expresarse en español, idioma que tal vez aprendió tardíamente en desigual y meritoria pugna con su materno aymara. Luego supe que el pobre Evo no sabe más aymara que yo ruso, es decir, más bien poco, y cuando le oí hablar por segunda vez llegué a la conclusión de que el tipo es tonto. No me gusta el insulto y la descalificación como argumento dialéctico, no los uso, por lo que esto es una calificación, un adjetivo, el que mejor define al personaje: Evo es un hombre sencilla y llanamente tonto; es por lo tanto un diagnóstico, no una ofensa. Recordé la divertida película de Peter Sellers Desde el jardín, basada en la buena novela de Jerzy Kosinski, Being There, en la que los papanatas burgueses confunden el silencio y la estulticia del jardinero con una deslumbrante genialidad, encumbrándolo desmesurada e injustificadamente. Como dice el proverbio chino: uno es dueño de su silencio y esclavo de sus palabras; por eso cuando Evo habla deja primero perplejos y luego desternillados de risa a sus oyentes. La entrevista que le hizo TVE con ocasión de su visita de Estado a España, ha recorrido todos los programas de humor del país. En un buen artículo publicado recientemente en La Vanguardia de Barcelona, Pilar Rahola dice que sería para reírse “si no fuera porque estos cómicos, ridículos, delirantes e incultos personajes gobiernan a millones de personas.” En este cesto, Pilar mete a los compadres del Morales, Ahmadineyad y Chávez. Todo esto viene a cuento de su reciente e inspirado discurso ante 20.000 personas, no sé si perplejas o muertas de risa, en el que proclamó, urbi et orbi, que comer pollo te hace homosexual y calvo, que la patata holandesa es nociva (sic) y la Coca Cola una herramienta de dominación imperialista. Pues a mí me da igual y me río, caiga quien caiga. Cuando un pobre tonto habla no me río; cuando un tonto redomado habla dándoselas de genio, me parto de risa. Además, Evo, como el Sancho de Don Quijote, el Planchet de D’Artagnan y el Chuti de Don Mendo, salvando las distancias, pues aquellos eran más sabios que éste, se ha convertido en el jocoso escudero de su señor Hugo Rafael, que lo lleva de un lado para otro para divertir a sus comensales: “Ya sé que estas reuniones son muy aburridas, Cristina, pero traigo a Evo y nos reímos que jode.” Pero es curioso, volviendo al pollo homosexualizante, que Evito no se dé cuenta de que esa homofobia machista de la que hace gala es una herencia de los odiados colonizadores españoles. Efectivamente, las Crónicas de Indias, desde Cortés hasta Fray Bernardino de Sahagún, comentan y se muestran horrorizados ante las costumbres sexuales de los indios, lo que la Iglesia llamaba el pecado nefando, cuando lo practican los otros, claro está. Desde Mesoamérica hasta el Altiplano, desde los aztecas hasta los aymaras, no le hacían ascos al cochecito de San Fernando, un ratito a pie y otro andando, y entre tanta llama y tanto cóndor, los antepasados de Evo le daban a pelo y a pluma. No sacaré a relucir, o sí, lo que algunos psiquiatras y psicólogos afirman, y que la prensa nos recuerda casi a diario, de que muchas veces, las proclamas altisonantes de homofobia provienen de atormentados personajes a los que el armario se les hace cada vez más insoportable. Por cierto, ¿se le conoce mujer a Evo? No insinuó nada, también es posible que haya sublimado su libido a través del poder, algo muy frecuente, del fútbol y de Hugo Rafael. Por alguna razón que ignoro a ciencia cierta, en español, y en otros idiomas, se asocia la tontería con las partes pudendas, como si, digo yo, el máximo exponente de la tontería fuese el no saber qué hacer con el aparato del regocijo, algo tan natural como el comer. Así podemos elegir entre un variopinto repertorio: boludo, huevón (o güebón), pendejo, tonto de los cojones, tonto de los huevos, tontolaba, tonto de las narices (éste parece ser más bien un eufemismo atenuador), tonta del coño, y, el que, dadas las circunstancias, podría cuadrarle mejor a Evo, tonto del culo. Sin embargo, yo me inclino por el rotundo y definitivo soplapollas (DRAE: soplapollas com. malson. Persona tonta o estúpida). Pero como dicen Les Luthiers: “Ningún tonto se queja de serlo; no les debe ir tan mal.” A éste le va de maravilla... por ahora.

miércoles, 21 de abril de 2010

19 de abril




El 19 de abril es en mi vida una fecha que marca un hito: dos días después es mi cumpleaños. Y este 19 de abril, año I de la infancia de mi vejez y XXI de la Revolución de la caída del Muro de Berlín, me ha pillado, sin sorpresa alguna, en onda sexual, o más bien erótico-festiva, como ya anuncié en mi anterior blog, y los hechos del día no han hecho sino acrecentar mi desasosiego erótico. Cristina Fernández, Presidenta de Argentina, me pone cachondo. Y la he tenido gran parte del día en todos los canales de la televisión. Ese cuello de tortuga es toda una garantía de una madurez pletórica, que se ennoblece con una bemba siliconada pero pizpireta, fantasía erótica de todo macho que se precie, anunciadora de placeres orondos y lirondos, guiño extrapolador de otras redondeces plastificadas de su cuerpo. Además, es presidenta y peronista: el acabose. La sexualidad es una función mental y luego física, o mecánica, pero primero mental: el morbo. Las lenguas de doble filo susurran que Cristina está liada con Chávez. No lo creo, pero si así fuera, con más razón. No hay nada más excitante que ponerles los cuernos a dos presidentes, claro que el propio, su marido, parece que hace la vista gorda, o mira para otro lado, es igual, el morbo es el mismo. También hay toros bravos a los que llaman bizcos, los que no guardan simetria perfecta en sus dos astas. Hay treinta y dos tipos distintos de toros según sus astas, empezando por el Bien Puesto, que es aquel que tiene las astas bien colocadas y de normal desarrollo, pero que, en principio, no tiene nada que ver con que alguien lleve los cuernos bien puestos, como podría ser el caso del expresidente argentino. Si los indudables atractivos físicos de Cristina no fuesen suficientes, ¿cómo resistirse al vértigo embriagador que emana de una mujer corrupta, capaz de todo por dinero? Lo demuestran las cuentas oficiales de su patrimonio, incluyendo los maletines cargados de dinero abandonados en aeropuertos, activos muebles e inmuebles multiplicados en las presidencias conyugales, activos intangibles invertidos en silicona y bótox. Pérdida de votos sí, pero incremento espectacular de bótox. Detrás de esa aparente, engañosa, y por lo tanto excitante, apariencia de señorita de provincias, hay una mujer que da la sensación de que puede transformarse en una cobra de sexualidad. Y digo lo de cobra por la simbolgía lasciva del ofidio, no por otra cosa. Por si fuera poco, su dignidad de presidenta peronista nos evoca la juventud de otras presidentas peronistas, Evita e Isabelita, flores de burdel rescatadas por aquel militar fascista, corrupto y demagogo que fue el general Perón, su General, para convertirlas en santitas de los “descamisados” a los que colmaban de dádivas y regalos, mientras ellas, modesta y revolucioanariamente, se cubrían de pieles y joyas y adornaban a su General con unos apéndices córneos que la altura de la gorra militar apenas dismulaba. ¡Perón, Perón, qué grande sos, mi General, cuánto valés...! Sí, pero corniveleto de todas, todas. ¿Verdad, Brujo? Aunque, bien pensado, siento unos celos injustificados de Chávez. ¿Será verdad? Prefiero pensar que Cristinita ha venido al sambódromo caraqueño sólo por dinero, que no hay ninguna razón sexual en ello. Uno entendería que la avaricia, tan respetable como la lujuria, le haya impulsado a protagonizar las fiestas patronales bicentenarias. Terminada la intervención de Cristina, apago el televisor, pues las paradas militares me inhiben la producción de feromonas y las farragosas y cursis peroratas castrenses me producen una sensación parecida a la disfunción eréctil. Soy ideológica y visceralmente antibelicista y antimilitarista y alguna que otra vez, experiencias similares me han producido sarpullidos, excepto en casos justificados, siempre por razones sexuales, con el glorioso Ejército Soviético y la valiente Fuerza Aérea Israelí. Y, Cristina, por cierto, calladita estás más mona.
Cuál no sería mi sorpresa cuando, al rato, en un resumen, veo un momento del desfile cívico militar. Primero, esbozo una sonrisa viendo unos papás noeles todos vestiditos de rojo, dando saltitos, luego, las feromonas se ponen de nuevo en posición de avalancha, al ver unas espectaculares mujeres desfilando, todas ellas también de rojo, pero estas con faldita y con botas blancas, una mezcla de soldadas chinas, con cheer leader de universidad americana y nancys sinatras con sus botitas que son para caminar, blandiendo, de manera insegura y coqueta unas ametralladorcitas, tipo Marietta, más como un abrazo fálico que como amenaza marcial. Me entró un sudor frío, siempre me pasa con las feromonas, pero, afortunadamente, duró poco pues, colorín colorado, ese cuento colorado se había acabado. Cerró la función un señor que decían que era general, pero que iba disfrazado con muchas medallas, gigantescas charreteras, guantes rojos y un enorme escopetón. Y pegaba gritos. Parecía un enano cargando un cañón. Hay que ver lo que tienen que sudar los pobres. Y encima, Chávez, en vez de dirigirse a él para clausurar la cabalgata, se dirige a Cristina. Pobre General: Cornudo, apaleado y encima contento, como reza la famosa obra de teatro de Alejandro Casona. Me daban ganas de gritarle la frase de Les Luthiers: “¡No te tomes la vida en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella!”.

sábado, 17 de abril de 2010

SEXO


Pues sí, el título no es una añagaza atrapa-incautos, la cosa va de sexo. Se me han hinchado las meninges de hablar de política y de cosas serias. De lo uno y de lo otro. En esta esplendorosa infancia de mi vejez que estoy iniciando, estoy de vuelta de muchas cosas, me aburrí de otras muchas, me entusiasmo por otras, dejé en mi primera juventud la etapa de misionero, ojo, la de querer convencer a los demás de mi verdad, no la de la postura, que, a veces, también tiene su encanto, y, por fin, llego a la conclusión de que lo más gratificante, lo que compensa el absurdo de jornadas de 18 horas de trabajo, son los libros, el vino, la cocina, el cielo, un gato, el Barça, un paisaje, una sonrisa, la presencia de una mujer y el sexo. Lo malo es que a fuerza de estar pegado a una pantalla, todo eso se hace virtual, menos el vino, claro. Aristóteles definió al hombre como un animal político, zoon politikon, claro que su discípulo Platón se dio Banquete y con el cuento del idealismo se inclinó más bien por el zoon erotikon, y si eran jóvenes efebos de la Academia, pues mejor. Yo, sin renunciar a mi calidad aristotélica y platónica, por lo erótico, no por otra cosa, me reclamo zoon lexikon, animal de palabras, y las dedicaré siempre que pueda a denunciar, escarniar y anatemizar, al zoon güebón, neologismo latinoamericano éste, que no necesita mayor explicación. Como no somos de cartón piedra, personajes de mala novela, el zoon politikon, suele ser también, erotikon y güebón al mismo tiempo. Pocas veces lexicon, a lo sumo lektikon, o verbal, y si es en televisión, mejor. Así que, ineluctablemente, y aún sin quererlo, muchas veces lo uno me llevará a lo otro. Aunque algunos se empeñen en ignorarlo, hipócritamente, somos seres sexuados, afortunadamente, si no, seguiríamos siendo bacterias y nos reproduciríamos por fisión, no habría discotecas, ni camas, ni perfumes... ni vino. En cuanto a la manzana bíblica de Eva, por mucho que se hayan empeñado en identificar al manzano con el árbol de la sabiduría -la vieja tradición helenista- la presencia libidinosa de la serpiente no hace sino confirmar que la manzana es el sexo femenino, y el probarlo, le costó al hombre, según los reprimidos religiosos, la expulsión del Paraíso asexuado. En buena hora. Será por eso que me encanta la sidra y que es tan diurética. Así pues, levantaremos jubilosamente la bandera del sexo reproductor, el lúdico, el amoroso, el jijijaja, el de si te he visto no me acuerdo, el aliviador, el mudito, el “no tengo nada mejor que hacer hoy”, etc., y fustigaremos el sexo sórdido, el violador, el explotador, el de los religiosos del Mea shearim de Jerusalén, el de los curas pedófilos y el del zoon güebón del día, hoy, el ayatolá Kazem Sedighi, imán de la oración del viernes de Teherán, cuyas declaraciones recoge el diario iraní Aftab: “Muchas mujeres mal vestidas (que no respetan la ropa islámica) corrompen a los jóvenes y el aumento de relaciones sexuales ilícitas hace crecer el número de terremotos.” “No tenemos otra opción que conformarnos a las reglas del Islam”, afirmó, recordando las recientes declaraciones del presidente Mahmud Ahmadinejad (otro que tal baila), que había advertido contra los riesgos de un terremoto en Teherán.” Apaga y vámonos. Si, como dijo Marx, “la religión es el opio del pueblo”, a este ayatolá, como dicen Les Luthiers: “esa droga le buelbe vruto.”


El terremoto que teme el ayatolá




El

sábado, 3 de abril de 2010

MERLÍN




MERLÍN

Les Chats

Les amoureux fervents et les savants austères
Aiment également, dans leur mûre saison,
Les chats puissants et doux, orgueil de la maison,
Qui comme eux sont frileux et comme eux sédentaires

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Charles Baudelaire

Se nos ha ido, como del viento, Merlín, con quien tanto queríamos. Adiós, Merlín. Le dimos el último empujón a la barca que te hizo surcar el Nilo rumbo al paraíso de Bastet, la diosa inmortal de todos los gatos. Te dimos lo que nos pedías, no ya con maullidos imposibles, sino con miradas que imploraban piedad, una muerte digna, para traducir un horrendo término griego. Te dormiste para siempre, como siempre habías querido : en los brazos de quien más habías querido, escondiendo tu cabeza bajo su axila, como para no ver la muerte, ni nuestras lágrimas. Tu cuerpo, ya disminuido, se acomodó en la postura del sueño, tus ojos, desmesuradamente abiertos se entornaron, tu pelo de seda pareció por un momento recuperar su antiguo brillo siamés en un último adiós y eso fue todo. Te fuiste, dejaste de sufrir y nos dejaste tu sufrimiento y tu recuerdo de catorce años maravillosamente compartidos. Te acaricié aún caliente y te sentí más dormido que nunca. Anoche, yo te había susurrado a la oreja lo que te esperaba en el edén de Bast : orondos saltamontes de un verde incitante, revoloteando a tu alrededor, hermosas percas rojas debatiéndose en el lodo de las orillas del Nilo, coquetas gatas-huríes tricolores maullando amor (en el más allá los gatos resucitan sin castrar, como los hombres). Me miraste como diciendo : « ¡Coño, Luis, soy un gato, no una gallina ! ». Al principo no lo entendí, porque parece ser que las gallinas también tienen una inteligencia elemental, pero me lo aclaraste cuando tu mirada me dijo : « ¿Tú aceptarías este discurso ? » Tenías toda la razón. Fue cuando te dije que habías llevado el lema del carpe diem hasta donde tu cuerpo lo había resistido y que serías inmortal en nuestra memoria hasta donde, a falta de libro publicado, nuestra vida se prolongase. Eso sí lo aceptaste. Aunque me da la sensación de que la despedida que te dedicó Carlota esta mañana, seguramente con otros parámetros, con otros argumentos, (el corazón tiene razones que la razón no entiende), te llegó más al alma (tú también tienes alma, ¿verdad ?) que todos mis razonamientos. Como también te fijaste más en sus lágrimas que en la mías cuando escondiste tu cabeza bajo su axila. Merlín, te has ido al cielo de los gatos, que está en la tierra, curiosamente como el de los humanos, como el infierno, el de los gatos y el de los humanos, en la tierra árida, en el desierto del hambre, de la incultura, de la ignorancia de la pobreza, de la ignominia, de la indignidad. Ya nunca más correrás jugando tras mis pies descalzos, ni los de Carlos Javier, ni te pondré sobre mis piernas para hacerte el « arre, caballito » ; ni harás la croqueta girando como un loco en el suelo ; ni harás tus ejercicios matinales corriendo por el pasillo tras una presa invisible, ni abrirás los cajones de la cocina buscando las bolsas de plástico, ni harás malabarismos en el aire con ellas ; ni te esconderás despavorido ante la amenaza de los amores descontrolados de una vociferante Carolina ; ni te quedarás paralizado, expectante, ante el grito de « mi chancho erótico » de Mónica ; ni volverás a pasar las noches en vela ronrroneando a diez centímetros de la cara de tu gran, tu único amor : Carlota.

Pero no voy a caer en la estupidez, ya me lo advertiste, de pedirte que te consueles porque ahora vas a mordisquear los pies de Hatshepsut, vas a hacer la croqueta ante Tausert, o vas a correr tras Cleopatra... Paparruchas, Merlín, lo que viviste fue con nosotros y fuiste feliz y nos hiciste felices a todos los que te convivimos y ya. Por eso, Merlín, te extrañaremos, te echaremos de menos y eso, creo yo, es morir en paz. Tanto es así, que después de verte morir hoy, yo también quiero morir así, como tú, Merlín : en los brazos de Carlota y durmiéndome poco a poco con los ojos desmesuradamente abiertos para no perderme nada, ni las lágrimas ni la sonrisas de mis seres queridos, ni el ruido ni la música que me envuelve, como lo he hecho durante toda mi vida.

Merlín, te extrañaremos, fue bello compartir contigo parte de nuestra vida.

« Adoptan al soñar las nobles actitudes

de las grandes esfinges tendidas en el fondo de las soledades,
que parecen dormirse en un sueño sin fin;
sus grupas fecundas están llenas de chispas mágicas,
y fragmentos de oro, cual arenas finas,
chispean vagamente en sus místicas pupilas
. »

Los gatos

Charles Baudelaire

miércoles, 24 de marzo de 2010

LAS MOSCAS


En las viejas telarañas de la tristeza

suelen caer las moscas de sartre

pero nunca las avispas de aristófanes...

Alegría de la tristeza... Mario Benedetti.



Una de las cosas más hilarantes que circulan estos días por internet sobre el inefable Hugo Chávez, es su incursión en el mundo de la genética, como se aprecia en el video adjunto. Una de las características del ignorante es su osadía, y Chávez se adorna con una ignorancia enciclopédica: lo ignora prácticamente todo. Es conocida mi opinión sobre la inteligencia y la cultura de los líderes mundiales, sin hablar de su moralidad, los Berlusconi, los Evo, los Ortega, pero el laurel se lo lleva Chávez por su imprudente locuacidad. Este hombre oye campanas, pero nunca sabe si doblan o repican, ni de dónde viene el sonido. Claro que en su osadía se atreve a declarar, eso sí, ante un público fácil y complaciente, que lo que él dice está “comprobado científicamente”, afirmando contundentemente que el mapa genético del hombre es “idéntico” al del gusano y las moscas. Algo ha oído, o leído, sobre el genoma de la mosca de la fruta, la Drosophila melanogaster, en cuyo código genético existe una contrapartida de aproximadamente el 61% de las enfermedades humanas. En cuanto a los gusanos, tal vez ha leído u oído algo sobre la Xenortubella, un gusano de unos tres centímetros que vive en el fondo de las aguas de los fiordos suecos y que tiene un cuerpo muy básico pues carece de órganos sexuales, sistema excretor y cerebro. La Xenortubella es el invertebrado genéticamente más cercano a nosotros, con quien tenemos un antepasado común de hace 500 millones de años. Lo curioso es que no se refiriese al ratón doméstico, pues de todos los organismos modelos utilizados por los científicos para explorar la genética, el ratón es, hablando biológicamente, un alma gemela. Una genetista dijo una vez: “no considero al ratón como un organismo modelo. El ratón es una versión más atractiva del ser humano, es un ser humano tamaño bolsillo.” ¿Pero qué cara habrían puesto Diosdado Cabello y su combo si su particular Zeus tonante les llega a decir que ellos son como ratas? En este video, yo no sé qué impresiona más, si la estupidez de Chávez o las caras de “y ahora qué hago” de los foquistas, los aplaudidores de oficio. El cuadro tiene mucho, pictóricamente hablando, de decimonónico, lo que no es de extrañar en estos personajes. Diosdado tiene una postura de interés protagónico que parece copiada de un cuadro de Arturo Michelena y las caras de la claque me recuerdan a las de los asistentes a la autocoronación de Napoleón en el famoso cuadro de Jacques Louis David. ¿Nos reímos, aplaudimos, asentimos? ¿Y si nos equivocamos? ¿Qué querrá decirnos? Una mueca puede significar el final de una carrera política, por eso nadie reacciona, pero en la gravedad de sus expresiones se puede leer que el momento está cargado de dramatismo, pues el no reaccionar también puede tener consecuencias desastrosas. ¿Conocería Chávez las características de la Xenortubella al compararse con ese gusano? No son idénticos, obviamente, pues él mismo nos ha hablado varias veces de sus órganos sexuales y de su aparato excretor, pero, ¿y el cerebro? ¿Y comparar a sus muchachos con moscas? Les dijo que eran como moscas. ¿Habría un mensaje oculto, subliminal? Tal vez eso es lo que más les preocupaba. No puedo evitar pensar en la famosa obra de teatro de Jean Paul Sartre, Las Moscas, una alegoría sobre la libertad y, sobre todo, la dignidad, tomando como justificación argumental la venganza de Electra y su hermano Orestes por la muerte de su padre, Agamenón, en la que Argos es la Francia ocupada por los nazis, cuya censura burló para estrenarla en París. En la escena I del primer Acto leemos: EL PEDAGOGO- (Espantando las moscas que acosan a Orestes) Bueno, estaréis cómodos, vos que tanto os quejabais de ser extranjero en vuestro propio país, y estas bestezuelas os hacen fiestas, como si os reconocieran. (Las espanta) ¡Vamos, paz, paz, nada de efusiones! ¿De dónde vienen? Hacen más ruido que carracas y son más grandes que libélulas. JÚPITER- (Que se había acercado) No son sino moscas de la carne, un poco gordas. Hace quince años un poderoso olor a carroña las atrajo a la ciudad. Desde entonces engordan. Dentro de quince años tendrán el tamaño de ranitas.

Entre las moscas de Sartre y las moscas de Chávez, me quedo con las moscas del nen, de Serrat.




sábado, 6 de marzo de 2010

VENEZUELA SURREALISTA



Antes de llegar a esta Tierra de Gracia, como la calificó Colón, el surrealismo era para mí una referencia cultural, literaria y pictórica, en la que el dadaísmo de Tristan Tzara, las Tetas de Tiresia de Apollinaire, el Manifiesto Surrealista de André Breton, junto a los Louis Aragon, Paul Éluard, Luis Buñuel, Salvador Dalí, etc., tenían su correspondiente casillero, que sólo se abría a hurtadillas, por temor a ser anatemizado como trotskysta por la Iglesia Comunista de la que uno era feligrés. Cuando descubrí el genio de lo “real maravilloso” de Alejo Carpentier, el de ¡Écue-Yamba-O!, Los pasos perdidos, escrita en Venezuela, por cierto, pero también de El recurso del método, y posteriormente el “realismo mágico” del Gabriel García Márquez de Cien años de Soledad y el Amor en los tiempos del cólera, se me abrió un mundo de infinitas posibilidades que ya nunca me abandonaría. Aun así, la gris mediocridad de la España franquista me condicionaba de tal forma que, desde la lejanía de la triste Europa, siempre imaginé que Alejo y Gabo eran unos grandes creadores de fantasías surrealistas. La vida cotidiana no daba para mucho realismo mágico. Por eso creía, creíamos todos en Europa, que lo de Gabo era pura fantasía. Hasta que vine a esta tierra de gracia, vaya gracia que tiene esta tierra, y el pobre Gabo se quedó pendejo. Todo lo que a uno le cuenten de lo que pasa, ha pasado o puede pasar en Venezuela, es posible por descabellado que parezca. Recuerdo un accidente de una avioneta que había caído cerca de un pueblecito en el Estado Bolívar y el único camión cisterna que tenían disponible los bomberos locales estaba muy agujereado y cuando llegaba al lugar del accidente ya había perdido todo el agua. Aquello no arredraba a los voluntariosos bomberos que repitieron ese viaje absolutamente surrealista hasta tres veces, y si a la tercera no hubieran constatado que los pobladores ya habían robado los restos de la avioneta, nadie sabe la cantidad de viajes inútiles que habrían realizado. Pero si el país ya es de por sí surrealista, la plaga militar decimonónico-castrista que le ha caído en suerte, vaya suerte la de esta tierra de gracia, ha elevado los niveles de surrealismo a cotas que ni el Dalí de El gran masturbador, ni el Buñuel de El perro andaluz, habrían jamás imaginado. La gigantesca e imprevisible crisis eléctrica que puede sumir al país en la oscuridad, producto irresponsable de una política desinversionista de once años de malversación, ha dado lugar a la aparición de ciertos elementos de la fauna bolivariana, los redentoristas cristianos, hijos espúreos del inefable Savonarola y de los teológos de la liberación brasileños (más les valdría dedicarse a la samba y al fútbol) que nos regalan todo los días con inmejorables ejemplos de su estulticia bobaliconoreligiosa. Después de pedir a los técnicos de Cuba, país azotado por constantes huracanes e inundaciones, asesoramiento para combatir la sequía, contratar aguerridos pilotos cubanos para bombardear con nitrato de plata las nubes sobre el cielo venezolano, como si fueran balseros en fuga, para que paran agua a raudales, acusar al imperialismo yanqui de provocar el terremoto de Haití y, ¿por qué no?, la sequía de Venezuela, acusar al gobierno anterior (de hace once años) de imprevisión, proponer cambiarle el nombre al fenómeno atmosférico El Niño, por considerarlo imperialista, etc., ante la desesperación y la impotencia reinante, las autoridades han puesto en marcha el plan B, el definitivo, el infalible: las rogativas. Cuando Franco hablaba de la conspiración comunista y “la pertinaz sequía” para justificar sus fracasos económicos, no podía imaginarse que 60 años después, en la pequeña Venecia de América donde sobraba el agua, otro militar, más alto y más dicharachero que él, usaría los mismos argumentos ante la misma situación. La católica España, para combatir el flagelo de la sequía usó el moderno método que ya era práctica habitual en la Edad Media: salir en procesión pidiendo a Dios, o a sus avatares locales, que derramasen la deseada agua sobre los campos y los ríos yermos. El “socialismo bolivariano”, resulta que tiene la misma fórmula mágica. El presidente de Edelca, la empresa estatal de electricidad que genera el 71% de la electricidad del país, convoca a sus trabajadores para que eleven “un clamor a Dios” pidiendo que llueva. Claro que estos pobres diablos tampoco manejan el lenguaje y no saben que un clamor es un grito vehemente, o una voz lastimosa que indica aflicción o pasión de ánimo, es un reclamo, nunca una humilde petición. Tal vez por eso Dios sigue sin pararles bola y no hace que llueva. Es curioso ver la arrogancia, producto de la ignorancia iletrada, de la frase “...creyendo que se cumplirá lo que el Señor ha establecido en su palabra para nuestra Empresa.”. ¿Dios hablaba ya pensando en Edelca? Pero no contentos con eso, el vicepresidente del gobierno, el tierno tirapiedras Jaua, cuyo nombre árabe nos evoca fonéticamente tanto la jauría de aplaudidores de oficio, como la tan deseada agua, asegura que Dios hará que llueva antes de mayo (sic). El tradicional “apaga y vámonos”, que vendría aquí al pelo, cobra tintes de doloroso humor negro. Seguimos esperando que se resuelva el problema eléctrico “como agua de mayo”, y cuando se resuelva, como no podrá haber otra explicación sino la segura intervención divina, el Cristo de la Luz será el futuro patrón de esta Venezuela reseca y atónita. Al tiempo. Bueno es cilantro, pero no tanto, dice el refrán criollo. Si no hastíado, sí al menos ahito de vivir tanto surrealismo cutre, a uno ya se le hacen los dedos huéspedes echando de menos la anodina normalidad europea y las cuatro estaciones.