lunes, 9 de febrero de 2009

NO ES NO

Hace algunos años, muchos, leí en El Universal un interesante y divertido artículo de un sociólogo venezolano, cuyo nombre lamentablemente no recuerdo, en el que éste aventuraba que uno de los defectos que adornaban el carácter del venezolano, era que no sabía decir que no. Me hizo gracia, porque yo ya llevaba suficiente tiempo en el país para haber comprobado la justeza de tal aseveración. Encontraba el autor las raíces de esa imposibilidad diplomática de decir “no”, en la cordialidad natural que le hacía ver la negativa como una descortesía hacia su interlocutor. De la misma forma que muchas mujeres descartan decir "sí" de entrada, pero al revés. Ésa y no otra era la razón por la que un “cuenta con ello”, o un “eso está hecho, hermanazo”, no había que tomarlo como literalmente suena, lo que puede dar origen a muchas frustraciones, sino como una forma simpática, cordial, diplomática, de decirte “no”. 
Han pasado algunos años, demasiados, y parece que el venezolano está aprendiendo, a la fuerza ahorcan, a decir que no. Y los que no lo hayan aprendido todavía, están ahora ante una coyuntura histórica única para decir un “no” rotundo, claro, unívoco. Me refiero, obviamente, al próximo referendo inconstitucional, en el que el venezolano tendrá que contestar que no a una pregunta absurda, tramposa, humillante, sobre una reforma inconstitucional, que pretende perpetuar en el poder a un hombre. La trampa saducea de la pregunta es disfrazar de ampliación de derechos en forma de no limitación de posibles postulaciones, en un marco político y jurídico sin separación de poderes, con la actividad política de la oposición judicializada, si no criminalizada,  con unos tribunales, hasta los más altos, constituidos en no disimulada correa de transmisión del emperador y con un abuso y malversación de los recursos públicos, grosero y grotesco, que hacen de las campañas electorales simples caricaturas de un proceso democrático. Detrás del disfraz se esconde simple y llanamente, la tantas veces declarada voluntad de Hugo Chávez de ser presidente ad aeternum, o casi. Si dentro de unos días el venezolano sale masivamente a votar, sobreponiéndose a las intimidaciones, el “No” ganará y seguramente en este país el decir “no” ya no será una falta de cortesía, sino una manera eficaz de declarar una voluntad. 
Alguien decía hace unos días, que cómo era posible que alguien que ha protagonizado un gobierno de una década tan desastroso, tuviera la desfachatez de pedir ser reelegido indefinidamente y que, además, hubiese gente que lo aceptase. Las complicidades y la fe, son las únicas explicaciones. 
Lo del gobierno desastroso puede ser objeto de otro escrito, pues eso tiene bastante tela que cortar, pero me interesa ahora llamar la atención sobre ese desmedido y patético afán de conservar el poder, sin duda provocado tanto por la erótica del poder como por  el terror al no poder, al vacío de poder. 
Lo que yo he calificado de “bonapartismo” de Chávez, la genial Rayma lo traduce como “cesarismo” en su divertida caricatura. 
Ambos apellidos le van muy grandes a un simple oficial militar caribeño, cuya mayor responsabilidad administrativa en el ejército fue regentar la cantina de un cuartel. Pero ello no es óbice para que, en efecto, sus sueños cesáreo-bolivarianos, le obsesionen, le atormenten, le persigan y, probablemente, le hagan derrapar, tropezar y hasta salirse de la calzada imperial. Hugo Chávez está muy lejos de la rectitud administrativa de Tiberio, pero comparte con él su resentimiento; no tiene las desviaciones sexuales de Calígula, que se sepa, pero sí su sentido caprichoso del poder, alentado por sus aduladores, que como a aquel le aceptaron el nombramiento de su caballo como Cónsul, a este no le negarían el nombramiento de su morrocoya como embajadora. 
Y a Nerón le une tanto su piromanía (Venezuela lleva diez años incendiada) como su ridícula afición a cantar desafinadamente con su laúd-cuatro. 
Y si en Roma los augures interpretaban los auspicios en las aves (de auis=ave), yo he creído ver en una reciente noticia lo que podría ser por extrapolación un “piscipicio”, pues un pez  nos está dando el augurio. “Identifican un pez bagre de Venezuela con armadura y que trepa rocas.”
¿Será que el venezolano también ha desarrollado una armadura especial para nadar contra corriente y trepar rocas?
Pues parece que va a ser que sí.