viernes, 29 de mayo de 2009

PADRE, CONFESIÓN

Todavía con los perfumes de la gloria barcelonista en el ambiente de Roma y el mundo, el acre olor a excremento humano nos hace volver a la realidad. Es tan fuerte la peste, que me cuesta decidirme por un tema: la crisis, Corea, Chávez, pero, no, decididamente me inclino, para empezar, por uno de mis temas favoritos: los escándalos de la Iglesia Católica. Y de paso no salgo de Roma. Si Su Simpática Majestad Británica, la aficionada al Wii, Isabel II, calificó hace poco de annus horribilis a un año en el que todo le había salido mal a la Corona, con más motivo debería el Vaticano calificar así a este malhadado 2009. Y digo con más motivo, por el latinajo, más propio de esa institución que de la Corona inglesa y sin guiño alguno al lector por la aparente desbocada afición a la pederastia por parte del cuerpo nada místico de la Iglesia. Claro que de todo hay en la viña del Señor y en esta sucesión de escándalos, casi todos de cintura para abajo, los hay de distinta índole y algunos hasta cómicos. Siempre que se habla del tenebroso pasado de la Iglesia Católica, sus portavoces se justifican diciendo que es eso, pasado, y que la Iglesia de hoy nada tiene que ver con aquella de los Borgia, de la venta de Bulas, simonías y sinecuras, de absoluciones prepagadas, de los asesinatos por un quítame allí un obispo, un Papa, una amante, un escándalo, etc. La exterminación de los Templarios, el holocausto de los albigenses, las excomuniones y anatemas por conflictos territoriales, el apoyo a Franco, a Hitler, a Mussolini, etc. Todo eso es pasado. Y tienen razón. Errare humanum est y ni el hombre de hoy ni sus valores son los mismos de antes. La pequeña diferencia con el humano común, el de a pie, el de infanteria, es que ellos, el Sínodo, el Cónclave y hasta el antiguo banco Ambrosiano, están inspirados por el Espíritu Santo, por lo que, o el Sancti Spiritu, y no me refiero al banco portugués, también evoluciona con los tiempos, o es otra milonga más. Hasta hace muy poco, parecía que los escándalos de bragueta de la curia, que necesariamente deben ser largos pues la sotana tiene una larga bragueta vertical, se limitaban a los pragmáticos curas estadounidenses y a los desaforados sacerdotes africanos. Pues va a ser que no. Un viejo chiste dice que la etimología de la palabra sacerdote hay que buscarlo en el prefijo arameo sa, que quiere decir “hombre”, y la españolísima "cerdote", que todos sabemos lo que quiere decir. Pero volviendo a nuestros curillas, la parte jocosa hay que atrbuírsela al expobispo paraguayo y hoy presidente de su país. Claro, digo jocosa porque no soy paraguayo, si no, maldita la gracia que me haría. Y no porque hubiera usado su aparato del regocijo como un taladro petrolero, allá cada cual con sus éxtasis celestiales, sino por el cinismo, el caradurismo, de presentarse ante su país como un dechado de sinceridad y de honestidad. Son los peores, santurrones maestros de hipocresía, predicadores de intransigencia, híbridos de cocodrilos lacrimosos y de hienas risueñas. Todo para engañar y seducir. Hay un chiste local según el cual, al llamar al palacio presidencial paraguayo una contestadora automática anuncia: “Si es usted madre de un niño, marque el 1; si es madre de una niña, marque el 2,; si está ambarazada, marque el 3; si quiere quedarse embarazada, marque el 4.” En la otra punta, en la de lo siniestro, está el clamoroso escándalo que ha saltado en la catoliquísima Irlanda, con un informe de miles de páginas, reconocido por la propia jerarquía irlandesa que ha pactado con las autoridades la aceptacíon de los hechos a cambio de que no se publiquen los nombres que aparecen en el informe. Al tiempo, también eso se sabrá. Miles y miles de niños pobres irlandeses-pobres niños irlandeses- que han pasado durante décadas por colegios religiosos, financiados por el Estado, han sido violados, maltratados, manoseados, vejados ad majorem gloria dei. Como estos colegios recibían del Estado una subvención por cada niño que atendía, los raptaban en las aldeas, entre la gente pobre, con la excusa de que no estaban escolarizados y se los llevaban. Es decir que no sólo los usaban para sus desahogos sexuales, sino que además cobraban del Estado por ello. Eso se llama ser chulos, macarras, proxenetas, o como se quiera llamarlo. No me extraña que la Iglesia de USA, la Iglesia usana, como diría Paco Umbral, tenga esa reconocida afición a la pederastia, pues, al fin y al cabo, sus raíces son irlandesas y de raza le viene al galgo, aunque no creo que San Patricio predicara ese tipo de amor al prójimo. Pero nunca se sabe. Y ya que estamos en la cara siniestra de este annus horribilis, la guinda de esta torta romana es la puesta por el exprimado de la Iglesia de España, Cañizares, actual cardenal y ministro del Papa, que ha dicho que es peor el aborto que la pederastia, la pedofilia y los abusos sexuales. Se te ve la oreja, Cañi. Además, en ninguna legislación del mundo está despenalizada ni la pedofilia ni los abusos sexuales, mientras que el aborto sí lo está en la mayoría de los países civilizados. Y esto ante el estruendoso silencio papal. Volvamos, para terminar, a la parte graciosilla de las aventuras de estos pícaros ensotanados y no puedo por menos que partirme de risa viendo las aventuras y desventuras del curón mediático de Miami. Hay cubanos serios y cubanos sinvergüenzas y éste es de estos últimos. Repito lo que dije del garañón paraguayo: que cada uno haga de su capa un sayo y de su falo una cruz. Pero que cuando te pillan en unas fotos metiéndole la mano a tu amiguita en el mero epicentro, salgas diciendo que lo que más te gusta de ella es su acendrada fe, es que, no sólo eres un caradura, sino que te estás burlando de las pobres ovejas que te seguían encandiladas por las luminarias de la televisión. “Más jala un par de tetas que dos bueyes de una carreta”, dice el refrán popular, que, por cierto, debería ser reformulado para no enriquecer más de lo que ya lo están a los cirujanos plásticos, y si ya no nos sorprendemos de ver a famosos y famosillos, o famosas y famosillas, convertirse al Islam para zumbarse a una morita, o a un morito, no nos puede extrañar que este galán de la televisión mayamera, se haya pasado al enemigo, a la Iglesia Episcopaliana, porque su obispo, otro cubanito simpaticote, le ha prometido que podrá segir manoseando a su concu. Cosas veredes, Sancho. El curita cachondo cubano, seguirá metiendo mano , el Espíritu Santo reencarnado y, lo que es más importante, seguirá metiéndose un dineral con la televisión. Hoy, hay un pastor evangélico, ramal cristiano que está capitalizando estos desmadres católicos, que afirma ante un juez en Argentina, que unos ladrones le dispararon a quemarropa en el pecho, pero que el libro de Salmos, de cánticos, que llevaba junto a su corazón paró la bala y se salvó. Parece que los milagros también están cambiando de bando ante tanta desmesura romana. Yo, por si acaso es verdad, y como los Salmos me parecen tan insoportables como los pastores evangélicos, me voy a poner un CD de Serrat junto al corazón. El efecto es el mismo y prefiero que me salve la vida Serrat.

jueves, 28 de mayo de 2009

VISCA EL BARÇA

El 25º Festival de Poesía que se ha celebrado en el Palau de la Música de Barcelona el día 27, adelantó su horario, para no coincidir con la retransmisión de la final de la Champions League. No es bueno que una poesía le quite público a otra poesía, ambas con distinta letra pero con música muy parecida.

Hoy es inevitable hablar de fútbol, pero lo voy a hacer sólo de pasada, porque lo que quiero , de verdad verdad, es hablar de poesía, o del fútbol hecho poesía, del fútbol entendido como poesía, o el fútbol poético. Ya es un lugar común sostener que el deporte es una trasposición simbólica de la guerra, una forma de reconvertir la natural agresividad humana en algo igual de agresivo pero menos sangriento. Una guerra de play station, diríamos ahora; un sustitutivo, donde se transfiere la agresividad acumulada durante la semana hacia el adversario, el enemigo, sus huestes, sus capitanes, el que nos ataca ondeando sus banderas. Nada más obvio para reconocerlo que ver el lenguaje deportivo, y concretamente el futbólistico, lleno de metáforas guerreras. La defensa, el ataque, la táctica, la estrategia, la penetración, el contrataque, anular, desarmar, etc. En ese sentido, hay que agradecer al fútbol, y a otros deportes en otras culturas, que sea una válvula de escape no letal de nuestra agresividad. Pero, en casi todas las épocas, y especialmente en la romántica, ha habido un concepto de la estética en la guerra , la guerra como arte, ojo, no el arte de la guerra de Sun Tzu, la guerra cuya meta siempre es vencer, pero siguiendo unos cánones estéticos, unos códigos artísticos. La esgrima puede ser uno de los ejemplos más claros de esto. Ese concepto estético de la guerra llevado al deporte, al fútbol, sólo ha prendido en total plenitud en tres tierras elegidas por distintos motivos: el Brasil del baile sensual, la Holanda del comercio y Rembrandt y la Catalunya de la industria y Miró, y Picasso, y Dalí, de Rusiñol y Ausías March. Catalunya era tierra abonada para el fútbol arte y así lo explicaron desde su inicio los Pepe Samitier, Sagi Vela o Luis Suárez , Kubala, etc. La fusión del arte catalán con la dinámica holandesa, de la mano de Cruyff, generó el famoso Dream Team y ha dado como resultado este Barça de hoy, pergeñado por otro holandés, Rijkaard y rematado y dado sentido, por un discípulo de Cruyff, portador de los más puros valores de la catalanidad: Pep Guardiola. Un hombre que ha imbuido a sus jugadores, siete de ellos criados en la escuela de infantiles del Barça, la más pura filosofía del éxito catalán: “hay que ser fieles a si mismos y el mayor riesgo es no arriegarse.” El ex-entrenador inglés del Barça Bobby Robson, nunca entendió por qué le silbaron una tarde después de que su equipo derrotara al rival por un contundente 6-0. La explicación era bien sencilla: porque no habían jugado bonito y eso en la artística Catalunya no se perdona. Algo similar pasaba con el jogo bonito de Brasil, aunque mucho nos tememos que ese espíritu va quedando cada vez más como patrimonio de algunos nostálgicos. El gran periodista inglés John Carlin, radicado en Madrid y madridista confeso, escribía una crónica have unas semanas en la que decía: “En España somos más y más los que decimos que el Barcelona es el mejor equipo que hemos visto en la vida. Y eso incluye a maestros del periodismo deportivo, como Santiago Segurola, que ha tenido la fortuna de ver a la selección brasileña de 1970, a la holandesa de 1974, al Ayax de Cruyff o al Milan de Van Basten.” Y, en la víspera del partido contra el Chelsea, se atrevía a pronosticar: “La liga inglesa es la más fuerte, pero el Barça es el grande, grande de verdad. La belleza y la virtud, por una vez, triunfarán. La mala suerte no es del Barça sino del Chelsea.” Coincido con Segurola y añado, además, al Madrid de las cinco Copas, en vista de lo cual, me están dando ganas de parafrasear a Cervantes y decir que he tenido suerte porque he sido testigo del mayor hecho que contemplaron los siglos: el Barça actual. Que es una hipérbole, lo es, pero la hipérbole es una licencia poética permitida y si he tenido las narices de comparar en una conferencia la otredad, el unheimlich, de Freud con el devenir europeo del tomate, no se me van a caer los anillos comparando al Barça del 2009 con la batalla de Lepanto, o con lo que haga falta. Muchos le llaman el equipo del babero, o de la baba, por analogía con la frución salivante que produce degustar un manjar; no es de extrañar esa figura en un país donde un Ferrán Adriá ha comparado a este equipo con sus platos. Pero no, yo prefiero verlo como un poema permanente y permanentemente cambiante. Un poema- Sombras nada más- del llorado Mario Benedetti arranca diciendo: “¿Cómo definiría usted la poesía? La verdad es que nunca se me había ocurrido definirla, si usted en cambio preguntara qué no es poesía entonces sí podría imaginar como tiros al aire quince o veinte respuestas.” Lo mismo podríamos decir de la poesía del Barça, una definición por exclusión, lo contrario del fútbol que hacen los demás. Pero así no le haríamos justicia . En un soneto de juventud, poco conocido, de Gabriel García Márquez, en sus tercetos leemos: “Si alguien llama a tu puerta una mañana sonora de palomas y campanas y aún crees en el dolor y en la poesía. Si aún la vida es verdad y el verso existe. Si alguien llama a tu puerta y estás triste abre, que es el amor, amiga mía.” Si cambiamos, con permiso de Gabo, la palabra “amor” por “Barça”, sabemos no sólo que hay que abrirle la puerta, sino que es la poesía del Barça la que llama a ella. Soneto como el que escribe este equipo en el campo, once jugadores, el endecasílabo tradicional de la poesía española, trazando versos con los pies y con la cabeza y, como en la tradición barroca, con alusiones clásicas, con lenguaje conceptual, con la incorporación semiótica de lo más terrenal y físico al campo de la espirtualidad enamorada. Empezando el juego con unos cuartetos didácticos, explicando al lector y al rival cuál es su juego, impresionándole con su ciencia, para rematar con unos tercetos condensados, explosivos, cargados de toda la intención poética del soneto, embelesando al rival y al lector con su eficacia poética. Remedando a Quevedo , podríamos acabar como su famoso soneto: Fútbol será, más fútbol enamorado.

Todavía recuerdo los versos del poema que Rafael Alberti le dedicó a Platko, el portero húngaro del Barça, que impactaron mi juventud.

Azul heróico y grana,
mando el aire en las venas.
Alas, alas celestes y blancas,
rotas alas, combatidas, sin plumas,
escalaron la yerba.
Y el aire tuvo piernas,
tronco, brazos, cabeza.

Gracias, Barça, por lo que nos has hecho disfrutar.