miércoles, 3 de enero de 2024

“Decíamos ayer…” Bueno, no soy Fray Luis de León. Soy Luis, pero no Fray, pero nada me impide reanudar como él, después de haber abandonado este blog hace doce años.  ¿Qué por qué lo abandoné? Pues no lo sé. Cambios en mi vida, COVID, cambio de país, incremento exponencial de las lecturas, paso de las clases presenciales a las virtuales, colaboración con artículos más o menos frecuentes en el blog de la Escuela de Idiomas de la UCV, Ritos de Ilación (algunos de los cuales trasvasaré aquí), y qué sé yo cuántos etcéteras más. El hecho es que hace unos días se me ocurrió un artículo sobre los Reyes Magos y su relación con el gigante IKEA (sí, hay una relación, ya lo verán) y como era impublicable decidí publicarlo en mi abandonado blog, así que aquí va.








                                    LA VERDADERA HISTORIA DE LOS REYES MAGOS

                                                                     (PARTE I)

Transcurría el año 7 a.e.c. y la joven y bella María, de apenas 15 años, (nunca se supo el cognome, el apellido, sólo el nome, el nombre) fue violada y preñada por un brutal militar griego de la guardia del rey Herodes en Galilea, en Nazaret concretamente. Para evitar la deshonra, y lo que era peor para los judíos, la exclusión de la escuela y la enseñanza rabínica, de la que estaban excluidos los hijos de prostitutas o madres solteras, que venía a ser lo mismo, la familia de María, (insisto en que se desconoce su origen) con sus pocos ahorros y argumentos divinos, encontraron un esposo para María: José el carpintero del pueblo, ya entrado en años, conocido por su buen hacer profesional y su ingenuidad angelical. Le insistieron en que la ya más que evidente preñez de María se debía a una paloma enviada por Yahvé (ya ve usted, señor, qué cosas pasan). José, no muy convencido, pero alentado por los pocos dineros, muchos para él, que le ofrecieron, y el hecho de que la joven María estaba de muy buen ver (le hizo tres hijos más), aceptó el matrimonio. A los pocos meses nació en Nazaret en la casa de sus padres, un bebé morenito al que decidieron llamar Joshua. Casi un par de siglos después uno de los apóstoles de Joshua, Mateo, que era el equivalente a un yihadista de su época y de su religión, pues quería que todo coincidiese con las profecías de los divinos profetas, transmitió a sus fieles, que escribieron un Evangelio, que Joshua nació en Judea, en Belén concretamente, pues la profecía de Elías decía que el “rey” que los liberaría nacería de la estirpe de David. Lo del censo de Augusto es un cuento chino que no tiene ningún sentido ni coincide cronológicamente. Por eso en la historieta cristiana se habla siempre de “Jesús de Nazaret”, o el Nazareno, y no del Belenero. Lo que sí parecería posible es que tres narcotraficantes de Oriente, que viajaban en sus caravanas de camellos para llevar a los romanos el opio y otras drogas que consumían, oyeron al entrar en un pueblo de Judea, adonde se dirigían, que en Galilea había nacido un niño que, decían los orates, iba a ser rey de todos los judíos. Lo de los reyes es un invento burdo, pues se conoce el listado, elaborado por Roma en sus múltiples guerras con los partos y otras etnias, de todos los reyes de Oriente, y los sabios nunca han sido tan ricos para viajar a través de continentes, cargados con valiosas mercancías. Su primera y lógica reacción fue desviarse para conocer a ese futuro rey y halagarlo y regalarlo, para que su familia los tuviese en cuenta en el futuro y no les impidiese seguir con su negocio. Llegaron a Nazaret y fueron a la casa del recién nacido para felicitar a los padres de la criatura y hacerles un regalo de tres cosas que entonces eran de las más caras del mercado: oro, incienso y mirra. Por poca que fuera la cantidad de las tres cosas, su valor era tan alto que constituía una verdadera fortuna para la época. Gesto típico de los narcos, Pablo Escobar y Marcial Dorado (el narco amigo de Feijoo) incluidos. 

Volviendo a los regalos de los narcos, José se preocupó ante el valor de los obsequios (María era demasiado niña para pensar en eso), y sabedor de la cantidad de partidas de bandidos que había en toda Galilea, en Samaria, en Judea, etc., siguiendo la vieja tradición saqueadora de las tribus judías, decidió emigrar a Egipto y hacerlo en un burro para no despertar sospechas de los saqueadores. Nuevamente la historieta cristiana del censo de Augusto, Herodes el Grande, que ya había muerto años antes, y la matanza de recién nacidos, de la que no hay constancia histórica alguna, es otra historia para no dormir de los santos varones romanos.