jueves, 4 de diciembre de 2008

CHÁVEZ BONAPARTISTA I

No por esperada ha dejado de sorprender, aunque sí su premura y desfachatez procedimental, la autopostulación de Chávez como presidente perpetuo. Muy probablemente, la vaciedad ideológica de los bandos enfrentados y la facilidad de los políticos latinoamericanos en convertir los debates en juegos florales, “flores que no tienen olor”, dijo Don Ramón María del Valle Inclán, resultará en un enfrentamiento dialéctico, al menos en un principio, centrado en los detalles de procedimiento. Éste no es el objeto de mis reflexiones, pero sí quiero que queden claros algunos puntos al respecto. La decisión de Chávez de modificar la Constitución para permitir la reelección indefinida del Presidente, su reelección naturalmente, atenta contra la Constitución de 1999, tanto en su letra, artículo 341, que impide expresamente presentar en un mismo período una reforma constitucional rechazada por el pueblo, como en el espíritu bolivariano, de Bolívar, que supuestamente la inspira, pues el Libertador se negó a la reelección aduciendo que el que se perpetua en el gobierno se acostumbra a mandar y el pueblo a obedecer. La tradición constitucional, o tradición republicana, una de las fuentes de todas las constituciones del mundo, muestra una clara resolución de los constituyentes venezolanos, desde la Constitución de 1811, y la decisión del Libertador está en consonancia con ella, de no aceptar más de una reelección, tradición que se rompe dos veces: con Gómez y con Pérez Jiménez. ¿Casualidad? No. Por último, otra fuente constitucional es el Derecho Comparado y vemos que existen actualmente 13 países, espero no equivocarme en la cifra, que aceptan en su Constitución la reelección indefinida. Destacaremos entre ellos a Cuba (único caso en América), Corea del Norte, Zimbawe, Kirguistán, etc. Chávez aspira a que Venezuela se una a esta lista acompañando a estos paladines de la democracia, los derechos humanos y la libertad. ¿Casualidad? No. La Constitución de Honduras estipula en uno de sus artículos, que si un mandatario se atreviera a proponer una reforma en el sentido de ser reelegido, debe ser desposeído inmediatamente de su investidura e inhabilitado políticamente durante varios años. Estos son mecanismos que tienen las constituciones para defenderse de las tentaciones absolutistas, el gato escaldado huye del agua fría, y la historia latinoamericana está desgraciadamente llena de líderes mesiánicos que han querido perpetuarse en el poder. En la tradición constitucional estadounidense se justifica la limitación a una sola reelección, porque el hombre es falible, se equivoca, y cuanto más tiempo gobierne más probabilidades de equivocarse tiene. Si se ha dicho que si el poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente, yo añadiría que el poder prolongado, corrompe impunemente.
Una vez más, esto tiene todo el aspecto de un matrimonio espúreo entre el fraude y la legalidad.
Puedo añadir algunas consideraciones políticas: creo que Chávez se equivoca pensando que si acelera la aprobación de lo que parece ser será una simple enmienda legislativa, se adelantará al tsunami económico que se avecina y evitará la crítica y la ira de un pueblo metido de hoz y coz en una crisis económica de dimensiones imprevisibles, y se equivoca en la aritmética electoral, en esas “cifras matemáticas” que cree manejar a su antojo, como un prestidigitador sacando un conejo de su chistera. Más pronto que tarde, hay elecciones legislativas en 2010, ese irrespeto a un pueblo airado y hambreado y esa aritmética electoral, pueden pasarle una trágica factura, siempre, claro está que no decida seguir el pensamiento de su babalao Fidel, que dejó para la posteridad aquella frase de: “Elecciones: ¿para qué?". Pero el inicio de este siglo que se anuncia movidito, tiene otro escenario, otro decorado y otro libreto, que los de los años sesenta del siglo pasado, los del fervor acrítico fidelista.
Lo que a mí me interesa, es analizar lo que significa este 18 Brumario que Chávez nos prepara para febrero, en el ineluctable derrotero del chavismo hacia un bonapartismo más.
Pero eso lo dejo para otro día.

martes, 2 de diciembre de 2008

Navegar demasiado por Internet puede reducir tu capacidad de atención a 9 segundos: la misma que tiene un pez de colores.

lunes, 1 de diciembre de 2008

PINGÜINOS

Cuando en mi primera juventud leí a André Gide me enteré
de que la homosexualidad es un fenómeno común
a innumerables especies animales, incluido el hombre;
más tarde supe que incluso existe una frecuencia estadística
y recientemente seguí las primeras investigaciones científicas sobre su determinismo genético. Quiero decir con esto que desde muy temprano fui consciente de ser homo sapiens,
de no ser homosexual y de no ser tampoco homofóbico.
Por delicadeza y buen gusto nunca he secundado esa curiosa tendencia en casi todas las culturas y lenguas de calificar opciones o conductas sexuales con nombres de la flora y la fauna: pato, pargo, mariposa, de igual manera que siendo ateo no incluyo la blasfemia en mi vocabulario, aunque sí he de reconocer que he usado y abusado del término “maricón”, por su redonda contundencia que no por su carga despectiva. Tampoco me gustan los calificativos heterosexuales de “padrote”, “garañón”, “gallo”, etc, que no uso más que muy esporádicamente, como herramienta descriptiva con fines literarios. Tampoco hay que desechar estos usos, pues el eufemismo es una figura de estilo que cuando no es hipocresía enriquece y los insondables procesos de analogía de nuestro cerebro nos hacen ver a un homosexual como a un pato, o como un pargo. Tal vez por el aleteo, o por las escamas, vaya usted a saber. Pero el lenguaje se va haciendo cada vez menos eufemístico y parece que ahora lo políticamente correcto es el frío “homosexual”, o el “gay” que más parece una marca de calentadores de gas, pero que tiene la ventaja de ser más corto y no sonar a enfermedad, pues, otra vez la analogía, lo de “homosexual” ineluctablemente nos recuerda a “hemofílico”. Claro que, en la acera de enfrente, lo de “heterosexual” tampoco resiste el empuje analógico y al menos culto le puede sonar a enterrador y al helenista a prostitución.
Viene esto a cuento de la noticia que ha saltado, o al menos que me ha saltado a mí, de dos pingüinos homosexuales que han sido aislados de sus congéneres en un zoológico de China, concretamente en Harbin, por robar un huevo a una pingüina. Al parecer, y me estoy enterando hoy, entre ciertos pingüinos las relaciones homosexuales son tan normales como entre los hombres de algunas islas de los Mares del Sur, crean lazos estables y duraderos y no tienen el problema de salir del armario, entre otras cosas porque no tienen. En el imaginario popular occidental el pingüino se ha identificado con los elegantes dandis vestidos de frac, o con monjitas objeto de deseo bestial, pero no, que yo sepa, con la homosexualidad. Claro que este simpático animalito, ave-pez, tal vez evoque las famosas analogías en los inuit y en su idioma llamen “pingüino” a los homosexuales. En cualquier caso, la noticia no es la homosexualidad de los pingüinos, sino su latrocinio. En la prensa diaria de cualquier país, ya no es casi noticia el hecho de que una mujer, o una pareja, roben un bebé de una incubadora, o un niño perdido en un centro comercial. La esterilidad es un fenómeno que crece exponencialmente y el instinto paterno-materno decrece pero no tanto. En la sociedad humana, cautiva de sus propias normas, a los ladrones de niños los aíslan en cárceles y a los pingüinos en cautiverio, por analogía, al menos en Harbin, los aíslan en jaulas. No sabemos las normas que rigen entre los pingüinos en libertad, aunque después de haber visto el magnífico documental francés sobre los pingüinos emperadores, suponemos que lo aceptarán con el mismo estoicismo que aceptan sus muchas calamidades y la pareja heterosexual a la que los pingüinos gay le birlan el huevo, aletearán indignados una leve protesta con sabor a tango congelado.
A partir de hoy, si algún día veo una pareja gay en el supermercado que tras mirarse tiernamente roban un huevo y se lo meten en el bolsillo, ya no pensaré que son unos muertos de hambre antisociales, sino que están adoptando. Pura analogía.