sábado, 7 de marzo de 2009

CUARESMA A LA ITALIANA

Sin tiempo para reponerme de la risa que me produjo el “asalto” político-cultural-tributario, en Caracas, a la exposición de los muertos de poliéster, me encuentro con esta delicia informativa. La curia italiana, la primera línea de fuego del Vaticano, o la segunda después de Berlusconi,  pide a sus fieles no usar artefactos electrónicos, incluidos los electrodomésticos, durante la Cuaresma. 
Las religiones del Libro, históricamente, han dictado sus prohibiciones obedeciendo a cinco razones: 1ª) Por razones higiénicas o de salud pública; 2ª) Por ceñirse a la letra del Libro; 3ª) Por tradición; 4ª) Porque sí; 5ª) Las demás.  
Sin respetar orden ni concierto, podemos citar: no comer cerdo (la triquinosis diezmaba las poblaciones del desierto); lavarse antes de entrar en la mezquita, las abluciones (otra vez el desierto y sus sudorosas consecuencias); no comer carne en Cuaresma (los ricos se morían de gota como chinches por sus excesos cárnicos, los pobres vivían en cuaresma permanente); no tomar alcohol (el desastroso efecto del alcohol sobre los inhabituados camelleros); el sexo... ¡ay, el sexo! El desmadre del “aquí te pillo, aquí te cojo” de la época de Moisés era tal, que no respetaba clanes, familias, hermanas, cuñadas, etc. Por eso, uno de los Mandamientos que Moisés dio a su pueblo para poner orden en aquella caótica emigración en desbandada a través del desierto en busca de la Tierra Prometida, fue la de respetar a la mujer del otro, sobre todo tu cuñada, puesto que con las dos o tres esposas que tenías debías tener suficiente, en principio. Pero toda religión necesita una institución, Iglesia o similar, que, como a la lengua la Academia, la pula, fije y le dé esplendor. Esta institución se apoya sobre  tres  pilares: a) la fe, enmarcada en los dogmas y el Libro, cual constituciones políticas; b) la moral, o normas positivas de conducta, cuyo cumplimiento te salva y su transgresión te condena; c) los ritos, o aparato litúrgico, cuya majestuosidad te impone y te hace ver que el Supremo Hacedor está ahí, en esa catedral y te habla a través de la lengua inexplicable del obispo, rabino, ulema, o como se llame. Esa estructura, sin embargo, es permanentemente socavada por las termitas de la razón, la hipocresía y el tiempo. Como “la jodienda no tiene enmienda”, el desenfreno sexual continuó siglos después de Moisés y hubo que reestructurar sus Mandamientos subdividiendo en dos el famoso de la prohibición de tocar mujer ajena  y crearon los Mandamientos 6 y 9. Tal vez pensaron que así, duplicando la prohibición, se ganaría en eficacia, como se hace al subdividir el Ministerio de Industria y Comercio en el de Industria y el de Comercio. Pero nada que hacer. La curia y sus fieles seguían refocilándose en el cieno del pecado, con el Vaticano dando preclaro ejemplo; los rabinos y sus sinagoguenses le daban a la honda más que David a Goliat, y el Islam le pegaba al aparato del regocijo con un fervor más propio de una Guerra Santa. La hipocresía había dinamitado la Moral.  “No desearás a la mujer de tu prójimo”, “No fornicarás”, y si lo haces, te arrepientes, pides perdón y a otra cosa mariposa. ¿Y si la mujer deseaba al hombre de su prójima y fornicaba con él? Ningún problema: se la lapidaba y listo. En esta gran escuela de hipocresía, refinada  a través de los siglos, tal vez el incidente más gracioso fue descubrir que, en plena campaña vaticana contra la pastilla anticonceptiva, allá en los años sesenta del siglo pasado, se descubriese que el Vaticano era accionista importante del Instituto Farmacológico Serono, fabricante de las pastillas anticonceptivas más usadas entonces en Italia, las Latéolas 11.  Claro que también era accionista de la fábrica de armas Beretta, mientras predicaba la paz.  A Dios rogando y con el mazo dando.
Parece que el Islam es la religión que aún persiste en seguir anclada en el siglo VII. La mitad de la población judía del mundo no es practicante y el cristianismo, fuera del continente americano está en horas bajas. La razón enturbia la fe, las nuevas costumbres ridiculizan la vieja moral, y la liturgia en lenguas vernáculas hace que por fin se entienda lo que en latín no se entendía, por lo que todo se entiende menos. 
La Cuaresma ya no es ayuno y abstinencia, excepto para algunos tradicionalistas recalcitrantes que se sacrifican sin comer carne y se zampan unas langostas que quitan el habla, las siete estaciones han sido sustituidas por las siete playas, la prohibición sexual en Cuaresma ha sido también reemplazada por el sexo seguro en Cuaresma, o por en Cuaresma, seguro que hay sexo; el morado cambia al fucsia, los cantos gregorianos y los réquiem se hacen hip-hop, y la Iglesia italiana, dando una vez más una impecable muestra de aggiornamento y de modernidad, a sus “no a los condones”, "no a las células madre”, “no a la eutanasia”, “no al reconocimiento de la homosexualidad”, “no a que las mujeres dispongan libremente de su cuerpo”, “no a la enseñanza de la democracia en las escuelas”,  ahora añaden un “no a las lavadoras, las computadoras y los mensajes telefónicos en Cuaresma”. ¡Válgame Dios! ¡Qué gente más obtusa y en banda ancha! 
Pero, ¿cuál es la razón de esta recomendación?  ¿Será por razones de salud pública, como la de los semitas de no comer cerdo por la triquinosis? ¿Será que nos quieren evitar virus en Cuaresma para no distraernos de nuestras oraciones?  ¿Será que nos quieren apartar de Facebook para evitar las tentaciones? ¿O será que, como pasó con los anticonceptivos, están de nuevo jugando a la doble moral y el Vaticano se ha hecho accionista de Microsoft?
Que nos lo aclare Bill Gates, por favor. 

CORRUPCIÓN, DIVINO TESORO

EL TÍBIRI-TÁBARA, QUE EN TODAS PARTES SE LLAMA IGUAL

viernes, 6 de marzo de 2009

BODIES REVEALED

CUERPOS Y ALMAS

La supervivencia, la universidad y los bronquios me han vuelto a apartar durante unos días de este blog.  La vocación de esta bitácora es comentar con un deje de ironía inteligente los despropósitos de este mundo,  que, como no podemos mandarlo parar para bajarnos, no nos queda más remedio que vivirlo con una sonrisa, alimentada con vino y rosas. La política, a pesar de ser la más noble actividad del ser humano, es el campo en el que más despropósitos comete el hombre. Lo que pasa, es que resulta muy cuesta arriba darle un toque de humor a la crisis económica global, a las purgas cubanas, al terrorismo integrista, a las guerras de África, etc. Afortunada, o desgraciadamente,  según cómo se mire, en algunas partes del globo lo político y lo esperpéntico están tan íntimamente aliados que representa una tentación permanente para este navegante.  Y nada más dramática y cómicamente esperpéntico que las andanzas del Teniente Coronel Chávez y su claque. En un famoso verso del Don Juan Tenorio de Zorrilla, Don Juan se dirige al Cielo exclamando: “Clamé al Cielo y no me oyó; a partir de ahora, responda el Cielo y no yo.”  Que en traducción libre adaptada sería: “No quiero hablar de política, pero es que me lo ponen demasiado fácil, así que desde ahora aténganse a las consecuencias.”
Los tiburones no pueden dejar de moverse para no morir por asfixia y las moscas procuran no dejar de volar para que no las maten, es decir, también para sobrevivir. 
Hugo Chávez, raro ejemplar de tiburón-mosca, necesita la confrontación, su movimiento permanente, para no ahogarse en su propia nada. Militar, de atrezzo, pero militar, actúa en términos de guerra cívico-militar, que tan buenos resultados le ha dado, para garantizarse lo único que le importa, su único plan coherente: su supervivencia política, permanecer en el poder. Los desastres ineluctables que deja este plan son  efectos colaterales, que siempre pueden justificarse “ideológicamente”. Por si esto fuera poco, su instinto le impulsa por el mismo camino, el de la destrucción amamantada por el resentimiento. Algunos queridos amigos míos, confundidos por los resultados, creen que su plan maestro es asolar el país, pero no es así, éste es sólo un inevitable efecto colateral, pues su único plan, insisto, es sobrevivir. 
El escorpión que pretende cruzar el río a lomos de una rana, no quiere suicidarse, al contrario, pero su instinto le obliga a emponzoñarla y así morir ahogado, inevitable pero involuntariamente.  Pero la guerra, la confrontación, de Chávez no es militar, a pesar de su condición, pues al parecer una debilidad fisiológica le impide tales emociones, sino “cívico-militar”, lo que, también en traducción libre adaptada quiere decir “los militares dando garrotazos a los civiles”.  Es decir: un guiñol. Todo se resuelve a mamporrazos, mientras los niños espectadores ríen y aplauden alborozados. Los niños, el pueblo hambriento, aplauden la toma militar de las fábricas de arroz, porque la marioneta del garrote les dice que así comerán arroz. Los obreros de las fábricas tomadas protestan, los agricultores también y los consumidores  saben que ya no habrá arroz. Pero los niños siguen aplaudiendo. Cuando baje la espuma del escándalo arrocero,  los estrategas del régimen ya tendrán lista la siguiente confrontación.  Aunque los estrategas no hacen sino dar forma a los sueños de la permanente noche de verano de su comandante. Los ministros de Stalin temblaban cuando les convocaban a reuniones en el Kremlin a altas horas de la madrugada, siempre regadas con vodka; la luz del dormitorio de Franco en El Pardo nunca se apagaba: “el faro que iluminaba Occidente”, decían sus corifeos. Chávez reconoce que sus ideas geniales se le ocurren de noche, insomne, mientras fuma un Belmont tras otro, imaginándose cabalgando en el caballo blanco de Bolívar, o bateando en el estadio de los Yankees y derrotándolos, claro. "Mañana me incauto de las arroceras, pasado de las papeleras, al otro de las cementeras y les pago con papeles del Monopolio”. 
A todos les da por la nocturnidad creadora. Pero si pensar esta escena produce escalofríos, ver la habilidad que ha desarrollado su claque para interpretar los signos de su comandante, produce hilaridad.  Una palabra, una sonrisa, un grito, un leve arqueo de las cejas y la señal de partida es un pistoletazo. Todos se empujan para ser los primeros en hacer lo que el Comandante quiere que se haga, incluso antes de ordenarlo. Si amenaza con tomar una arrocera, el Gobernador organiza un intento de asalto de la fábrica, trepando por el portón. En un país con una moneda tan sobrevaluada y unas cifras tan infladas, eso es posible, pero al cambio real, ese gobernador no pasaría de ser el conserje de la Gobernación. Aunque interpretó bien la señal de su comandante que ya anunció que si el hambre empuja al pueblo a hacer saqueos, él será quien dirija a los saqueadores. Los grupos de choque atacan legaciones diplomáticas y medios de comunicación; muerte a los judíos y se atacan sus sinagogas. Siempre hay alguno que se pasa en su afán de confrontación y el palo que da, lejos de producir miedo produce risa. Esto es lo que le acaba de ocurrir al jefe de sus recaudadores de impuestos, del clan capilar, el de los Cabellos, que con gran aparato propagandístico ha cerrado la exposición "Bodies Revealed". Todo en el trópico es exuberante, desmesurado, desde el sexo hasta la muerte, y esto no podría haber sido menos. Veinte policías científicos para examinar los presuntos cadáveres, otros tantos inspectores tributarios para oficializar la toma, más los consabidos policías, guardias nacionales, nos imaginamos que varios funcionarios de la cultura y no sabemos si hubo apoyo aéreo.  No es que a mí me atraigan estas exposiciones necrológicas, en general no soy necrófilo, uno ya no está para anatomías, y menos muertas, pero algo que han visto decenas de millones de personas en 35 países, debe tener su interés, además de contar con sus permisos correspondientes y, en definitiva, el que no quiera que no lo vea. La Iglesia Católica, primera empresa en explotar el espectáculo de los cuerpos de santos incorruptos, curiosamente ha criticado este happening necrófilo, aunque no creo que esto haya sido determinante para la reacción tributaria bolivariana. Pero lo esperpéntico de todo ello, además de la forma de la toma de los cadáveres y el cierre de la exposición, es la excusa dada: verificar si no son de plástico como figura en la declaración de la importación temporal, sino cadáveres, como todo el mundo sabe que son, en cuyo caso, se procedería a la correspondiente sanción fiscal, sin perjuicio de una acusación penal por tráfico de cadáveres. No es de extrañar la explosión de risa que este capirotazo fallido ha producido en el país.  ¿Qué harán con los cadáveres plastificados? Llevarlos a la morgue, imposible, pues está abarrotada de cadáveres de verdad que yacen por los suelos durante días. ¿Enterrarlos?  ¿Localizar a sus deudos? ¿Dárselos a Cristina Kirschner para que no extrañe a su marido?  ¿Y si hay algún cadáver judío, dónde enterrarlo?  ¿Trocearlos y venderlos en Mercal? ¿Expropiarlos y hacer un museo de los horrores del imperialismo yanqui? ¿Regalarlos a las Aldeas Universitarias o a Barrio Adentro?  ¿Usarlos como decorado en el programa del Drácula de las noches de Venezolana de Televisión?  ¿Dejarlos como patrimonio de la Ciudad del Cine? ¿O no hacer nada y dejarlos en un almacén junto a la estatua de María Lionza y los proyectos de los gallineros verticales, las cooperativas socialistas, el gasoducto transamazónico, y otras lindezas megalómanas? Me inclino por esto último. El atractivo irresistible del “no hacer nada” puede ser superior a cualquier otra consideración. Y a todas estas, ¿qué le parecerá al Gobierno la metida de pata? Pues no sabe, no contesta. A un gobierno que le importa un bledo que su población sea carne de asesinato, que la carne sea un lujo inalcanzable, que no se le abran las carnes ante el panorama que se le avecina al país, ¿cómo le va a importar una higa que en este momento sea el hazmerreír del mundo entero? La vergüenza bolivariana es inversamente proporcional a su cultura y el mundo de la cultura está que se parte de risa ante este nuevo esperpento.
Don Ramón María del Valle Inclán, el gran maestro del esperpento, en su mejor novela, el Tirano Banderas, tiene este pasaje:
“El Tirano corría por el cielo el campo de su catalejo. Tenía blanca de luna la calavera:
__ Cinco fechas para que sea visible el cometa que anuncian los astrónomos europeos. Acontecimiento celeste, del que no tendríamos noticia, a no ser por los sabios de fuera. Posiblemente, en los espacios sidéreos tampoco saben nada de nuestras revoluciones. Estamos parejos. Sin embargo, nuestro atraso científico es manifiesto. Licenciadito Veguillas, redactará usted un decreto para dotar con un buen telescopio a la Escuela de Náutica y Astronómica.
El Licenciadito Nacho Veguillas, finchándose en el pando compás de las zancas, sacó el pecho y tendió el brazo en arenga:
__ ¡Mirar por la cultura es hacer patria!”