LA CATÓLICA ESPAÑA CADA VEZ LO ES MENOS
España es conocida como la Tierra de María Santísima
y destacó durante siglos en la devoción inmaculista, desde mucho antes de que
se proclamara el dogma de la Concepción en 1854, como hizo ya el Islam en el
siglo VIII. “España evangelizadora de la mitad del orbe, España martillo de
herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio…” Menéndez y
Pelayo. Se haría interminable la enumeración de la aportación fundamental de
España a la expansión, consolidación y dominación del cristianismo (catolicismo)
en el mundo, gracias a poetas, escritores, fundadores de órdenes, mártires,
santos, evangelizadores, cruzadas, etc. Durante la guerra civil del 1936 al
1939 y muchos años después durante la dictadura franquista, se fusilaba por
denuncias del cura, pistola al cinto y blandiendo un crucifijo, o de vecinos, a
sindicalistas, maestros, ganadores de partidas de dominó, unos cuernos ocultos,
etc., en nombre de Nuestro Señor. Pero a partir de la recuperación de la
democracia, 1978 (aprobación de la Constitución tres años después de la muerte
entre heces pestilentes del dictador), la situación fue cambiando, primero
despacio y después aceleradamente y la Iglesia Católica no solo fue perdiendo
su secular dominio sino que fue enanizándose y arruinándose, a pesar de las
importantes ayudas económicas de un Estado “laico”. Primero fue el
aprovechamiento de una “laguna jurídica” en una ley, gracias a la cual la
Iglesia puso a su nombre una ingente cantidad de tierras, iglesias,
monasterios, conventos, etc., que luego los párrocos y los obispados fueron
vendiendo a promotores inmobiliarios, hacendados, e incluso algún burdel, como
consta en la hemeroteca. Hasta llegó a los tribunales el litigio del Estado
contra la Iglesia por la apropiación patrimonial (la de hecho a fines litúrgicos
ya lo hizo a finales del siglo XV) de la mezquita de Córdoba, hoy patrimonio
cultural mundial según la UNESCO. La situación ha ido en estos años de mal en
peor, con el cierre de seminarios, de conventos, abandono de iglesias
románicas, etc. El convento de clausura de Santa María de Jesús en Sevilla, del
siglo XV, con 18 monjas (la mayoría extranjeras, sobre todo sudamericanas)
dedicadas a la oración y a la bollería, no podían sobrevivir y estaban a punto
de cerrar la clausura, valga la redundancia; intentaron montar una lavandería,
pero no era rentable, hasta que unos avispados emprendedores las convencieron
de reformar cuatro apartamentos y alquilarlos a través de Airbnb a los
turistas. “Paz angelical en el centro de Sevilla”, es el eslogan publicitario:
No sabemos si, como en el monasterio de El Escorial
Felipe II tenía en su aposento un balcón para oír la misa, en estos
apartamentos algunos también ofrecen la posibilidad de oír la misa desde la
cama.
Otro índice significativo de esta “descatolización”
de España, es el hecho de la gran cantidad, creciendo año tras año, de
sacerdotes africanos en las parroquias del interior del país, la España rural,
la España despoblada, con aldeas de 20 y 30 habitantes e iglesias
semidestruidas, que un cura senegalés, o ugandés, o somalí, visita todos los
días (algunos dicen que tienen hasta 20 parroquias que atender). Hace unos años
(hoy sigue existiendo, pero ya los niños no, por razones obvias), un domingo de
octubre, los niños de los colegios recorrían la ciudad con unas huchas pidiendo
dinero para el DOMUND (Domingo Mundial de las Misiones), para sufragar los
gastos de enviar, a África sobre todo, a evangelizadores cristianos. Hoy
algunos malpensados piensan que muchos africanos han encontrado la manera de
inmigrar en España legalmente haciéndose cura en los pocos seminarios que
subsisten en el país. En el 2023 más de 55.00 inmigrantes ilegales llegaron a
España, sobre todo a Canarias, procedentes de Senegal y Mauritania, entre
otros, en pateras y cayucos, (lanchas renqueantes sobrecargadas) con más de
1.200 ahogados en el intento. Los caminos del Señor son inescrutables, pero,
como dice en Proverbios 2:19: “Todos los que a ella van, no vuelven, ni
alcanzan las sendas de la vida.”