sábado, 17 de febrero de 2024

 

               LA CATÓLICA ESPAÑA CADA VEZ LO ES MENOS

                                  

España es conocida como la Tierra de María Santísima y destacó durante siglos en la devoción inmaculista, desde mucho antes de que se proclamara el dogma de la Concepción en 1854, como hizo ya el Islam en el siglo VIII. “España evangelizadora de la mitad del orbe, España martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio…” Menéndez y Pelayo. Se haría interminable la enumeración de la aportación fundamental de España a la expansión, consolidación y dominación del cristianismo (catolicismo) en el mundo, gracias a poetas, escritores, fundadores de órdenes, mártires, santos, evangelizadores, cruzadas, etc. Durante la guerra civil del 1936 al 1939 y muchos años después durante la dictadura franquista, se fusilaba por denuncias del cura, pistola al cinto y blandiendo un crucifijo, o de vecinos, a sindicalistas, maestros, ganadores de partidas de dominó, unos cuernos ocultos, etc., en nombre de Nuestro Señor. Pero a partir de la recuperación de la democracia, 1978 (aprobación de la Constitución tres años después de la muerte entre heces pestilentes del dictador), la situación fue cambiando, primero despacio y después aceleradamente y la Iglesia Católica no solo fue perdiendo su secular dominio sino que fue enanizándose y arruinándose, a pesar de las importantes ayudas económicas de un Estado “laico”. Primero fue el aprovechamiento de una “laguna jurídica” en una ley, gracias a la cual la Iglesia puso a su nombre una ingente cantidad de tierras, iglesias, monasterios, conventos, etc., que luego los párrocos y los obispados fueron vendiendo a promotores inmobiliarios, hacendados, e incluso algún burdel, como consta en la hemeroteca. Hasta llegó a los tribunales el litigio del Estado contra la Iglesia por la apropiación patrimonial (la de hecho a fines litúrgicos ya lo hizo a finales del siglo XV) de la mezquita de Córdoba, hoy patrimonio cultural mundial según la UNESCO. La situación ha ido en estos años de mal en peor, con el cierre de seminarios, de conventos, abandono de iglesias románicas, etc. El convento de clausura de Santa María de Jesús en Sevilla, del siglo XV, con 18 monjas (la mayoría extranjeras, sobre todo sudamericanas) dedicadas a la oración y a la bollería, no podían sobrevivir y estaban a punto de cerrar la clausura, valga la redundancia; intentaron montar una lavandería, pero no era rentable, hasta que unos avispados emprendedores las convencieron de reformar cuatro apartamentos y alquilarlos a través de Airbnb a los turistas. “Paz angelical en el centro de Sevilla”, es el eslogan publicitario:

https://www.elespanol.com/sevilla/20240208/monjas-clausura-sevilla-convierten-convento-airbnb-lavanderia-no-daba-dinero/830917102_0.html

No sabemos si, como en el monasterio de El Escorial Felipe II tenía en su aposento un balcón para oír la misa, en estos apartamentos algunos también ofrecen la posibilidad de oír la misa desde la cama.


Otro índice significativo de esta “descatolización” de España, es el hecho de la gran cantidad, creciendo año tras año, de sacerdotes africanos en las parroquias del interior del país, la España rural, la España despoblada, con aldeas de 20 y 30 habitantes e iglesias semidestruidas, que un cura senegalés, o ugandés, o somalí, visita todos los días (algunos dicen que tienen hasta 20 parroquias que atender). Hace unos años (hoy sigue existiendo, pero ya los niños no, por razones obvias), un domingo de octubre, los niños de los colegios recorrían la ciudad con unas huchas pidiendo dinero para el DOMUND (Domingo Mundial de las Misiones), para sufragar los gastos de enviar, a África sobre todo, a evangelizadores cristianos. Hoy algunos malpensados piensan que muchos africanos han encontrado la manera de inmigrar en España legalmente haciéndose cura en los pocos seminarios que subsisten en el país. En el 2023 más de 55.00 inmigrantes ilegales llegaron a España, sobre todo a Canarias, procedentes de Senegal y Mauritania, entre otros, en pateras y cayucos, (lanchas renqueantes sobrecargadas) con más de 1.200 ahogados en el intento. Los caminos del Señor son inescrutables, pero, como dice en Proverbios 2:19: “Todos los que a ella van, no vuelven, ni alcanzan las sendas de la vida.”